Me incorporo rápidamente, pero un olor putrefacto bloquea mi voluntad y hace que tenga que recostarme de nuevo presa de las náuseas.
Algo no marcha bien. Luces anaranjadas que parecen tener vida propia se filtran por la tela de la tienda, mientras gritos de dolor desgarradores se abren paso a través de mis sentidos adormilados para decirme que no es momento de permanecer acostada.
Me levanto tambaleándome a la vez que desenfundo el cuchillo ceremonial de mis ancestros y retiro la tela que cubre la entrada de la tienda.
¡Gran Espíritu! ¿Qué ha pasado aquí?
Mi poblado arde. Consumido por fuegos antinaturales que bailan sobre los árboles y azotan a mi gente con sus látigos ardientes, mientras el crepitar de las llamas se asemeja más a una risa diabólica que a un sonido de la madre naturaleza.
Mi gente muere. Algunos gimen de dolor mientras la esencia abandona los cascarones quemados que ahora son sus cuerpos. Otros simplemente yacen horriblemente mutilados por todo el campamento. Ni siquiera podría contar cuantos de los míos han muerto, pues son pocos los que son reconocibles.
La tierra se marchita. Todo está destruido. El río está seco y la tierra agrietada. Las laderas han perdido sus colores y ahora no son más que un erial grisáceo cubierto de cadáveres de búfalos y huesos de otros animales. Ni siquiera los buitres osan reclamar esta carroña.
Busco a mi familia entre los heridos. Pese a toda esta desolación aún tengo esperanza. Pero la pierdo con rapidez. Con la misma rapidez que todo sonido desaparece, permaneciendo únicamente una brisa fría que corta mi piel.
Tiemblo. No de frío, no de miedo, sino de rabia. El causante de esta locura lo pagará muy caro. Mi pueblo ya ha sufrido muchas masacres a manos del hombre blanco, pero ninguna con esta crueldad, con estos métodos...
Juro por todos mis antepasados que encontraré al culpable de esto.
Es justo en ese momento cuando los escucho. Susurros traídos por el viento me indican que mis enemigos se encuentran a sólo unos metros. Tras los escombros de lo que fue la tienda del jefe de la tribu, que ahora no es más que ceniza y fuego.
Empuño mi cuchillo con fuerza, y por una vez no sonrío. Esta noche no haré honor a mi nombre.
Corro al encuentro de mis enemigos, sabiendo que el poder de los míos es la fuerza que me dará la victoria.
¿Qué es eso?
No hay enemigo. Al menos no hay enemigo al que pueda considerar humano. La noche se mueve. Zarcillos de oscuridad se entremezclan en mitad de la nada, impidiendo que la luz de las llamas pase a través de ellos.
La carne es desgarrada y los huesos rotos. El sonido de bestias alimentándose de forma salvaje llega a mis oídos.
Del interior de la oscuridad un cadáver es lanzado a mis pies. Los restos de un puma caen frente a mi a la vez que mi corazón se detiene al observarlos.
Alzo la cabeza y contemplo como los zarcillos se unen para dar vida a varias sombras encorvadas que vagamente poseen algo de humanidad. Las observo detenidamente, intentando vislumbrar algún sentido en todo esto...
Y finalmente me encuentro con sus ojos. Rojos como el hierro al ser forjado, incrustados en la más pura oscuridad. Inteligentes y malignos como sólo lo pueden ser los que pertenecen a los dioses olvidados. Aquellos que sólo se recuerdan en las leyendas más antiguas y por los que nuestros dioses más poderosos dieron sus vidas en la antigüedad para que nosotros tuviésemos la oportunidad de vivir.
Tiemblo. El horror más absoluto se apodera de mi alma y mi cuerpo. El arma de mis ancestros cae al suelo como un juguete roto. Nada se puede hacer ya, pues todo está perdido...
¡No!
Me despierto en mitad de la noche envuelta en sudores fríos. Corro para salir de la tienda y vomitar mis miedos...
Sólo ha sido una pesadilla ¿verdad?
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Este relato lo escribí para ahondar en el trasfondo del personaje que Acuática creó para una partida del juego de rol Witchcraft que se yo dirigía por Octubre de 2007.
La verdad es que tenía muchas ideas interesantes para llevar a cabo en esa partida, tanto a nivel narrativo dentro del juego de rol, como a nivel de escritura de relatos que complementasen el desarrollo de la historia.
Es una pena que tras unas cuantas sesiones la campaña quedase en el olvido, porque había personajes como Ehawee (la protagonista de esta historia), que me gustaban mucho.
¿Fue en 2007? ¿En serio? ¿Hace tanto?
ResponderEliminarMadre mía, qué rápido pasa el tiempo... Lo cierto es que Ehawee era guay. A ver si algún día retomamos la partida...
Besitos!!!
La verdad es que me gustaría retomarla, no se si con los mismos jugadores (porque el grupo que teníamos difícilmente se volverá a reunir), pero quiero poner en práctica todo lo que tenía pensado.
ResponderEliminarDe todos modos, estoy pensando en seguir escribiendo sobre estos personajes. Ya veremos si al final me animo...
Lo cierto es que el personaje resulta muy interesante.
ResponderEliminarAdemás se lo curraba con caracterización y todo!
ResponderEliminarYo voto sí a retomar la partida o algo que se le parezca :)