Prisionero de su esfera. Así era como algunos lo veían. Simplificado a unas características demasiado vanas para su verdadera importancia: seis caras, ocho vértices y doce aristas. “El poliedro más famoso”, decían unos. “Al fin y al cabo sólo es un dado”, decían otros. Sin duda alguna ser considerado un sólido platónico era por supuesto la más glamurosa de sus propiedades. Sin embargo, siempre había algún matemático grandilocuente que prefería desterrarlo a un escalón menor y que no comprendía toda su belleza, lo que nos hace volver a nuestro tema inicial: “un cubo no es más que un prisionero de su esfera”.
Bueno, pues aquí tenéis mi primer relato de corte matemático, que siendo ingeniero ya estaba tardando en escribir :P
La verdad es que considero que es una rareza tanto en mi forma de escribir como en la temática que suelo tratar, pero la idea me vino a la cabeza al leer la frase de inicio (Prisionero de su esfera) y consideré que no era justo dejarla escapar por rara que fuese. Supongo que tanto leer sobre espacios no euclídeos, realidades virtuales y demás hace que surjan estas ideas en mi cabeza, jejeje...
Las influencias son las influencias...
ResponderEliminarAins, si es que a veces se te va la pinza...
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